Uno es contradictorio, y lo sabe. Lo bueno que tiene esto es que puedes desear Feliz Navidad de todo corazón a las personas que de verdad te importan (y no solo durante estos días, si no por todo el año), y al mismo tiempo darte cuenta que en realidad todo es un invento, una serie de emociones y sentimientos impuestos de forma "sutil", tan sutil como encendernos las luces de navidad más de un mes antes para cambiarnos el "chip".
A estas alturas decir que detrás de esta época hay una serie de intereses no es descubrirle America a nadie. Y es que se supone que en estas fechas debemos poner en práctica una lista de cosas que no tienen porqué ir ordenadas, pero que está bien visto hacerlas:
- Estar felices y salir a la calle con la sonrisa puesta.
- Tirar la casa por la ventana: suponiendo que al que no hayan hecho un "lanzamiento" no haya sido a ti (Vamos un desahucio de toda la vida lo llames como lo llames).
- Conseguir un modelito que no se repita para la cena de empresa (quién la tenga), e incluso poner dinero para la cena a pesar de que esta te deba la nómina desde hace meses o esté a punto de un ERE con los directivos camino de las Bahamas.
- Hacer regalos de "amigo invisible".
- Comprar lotería, y mucha, no solo porque pensemos que nos va a tocar, o porque la sonrisa de Raphael nos haya convencido, si no para no morirnos de envidia por si luego le toca al de al lado y ti no. Otra cosa diferente es hacerlo para echar una mano al viaje de fin de curso de la niña, al equipo de fútbol del barrio o a la parroquia.
- Comprar regalos para toda la familia, brindar con alguno con el que el resto del año nos llevamos mal y sonreirle mirándole a los ojos y todo eso.
Se me ocurre alguna más, pero no me extenderé, que cada cual añada las suyas propias… todas se relacionan con lo mismo, y si cumplo alguna de ellas será por los más pequeños de la casa…
Lo siento mucho, pero ante estas emociones que se imponen estos días y luego se olvidan el resto del año, como el propio árbol de Navidad, me sale la vena Ebenezer Scrooge, y es que cada vez más la Navidad se está pareciendo a esos relatos de Charles Dickens de la Inglaterra del S. XIX, con niños pobres mendigando por las calles de Londres por unas monedas para llevar a su familia o para dárselas a viles personajes tipo Magin (vaya usted a saber) y que ahora hasta osan disfrazarse de ONG.
Lo siento mucho, pero ante estas emociones que se imponen estos días y luego se olvidan el resto del año, como el propio árbol de Navidad, me sale la vena Ebenezer Scrooge, y es que cada vez más la Navidad se está pareciendo a esos relatos de Charles Dickens de la Inglaterra del S. XIX, con niños pobres mendigando por las calles de Londres por unas monedas para llevar a su familia o para dárselas a viles personajes tipo Magin (vaya usted a saber) y que ahora hasta osan disfrazarse de ONG.
En fin, a lo que voy con el título de la entrada: el solsticio de invierno que ha ido cambiando de nombre y de ritual según cada sociedad y cultura a lo largo del tiempo: Yule, Saturnalia, Mummer's Day, Wren, etc (hay que ver lo que da de si la Wikipedia), y que en el Calendario Juliano era justo el 25 de diciembre, la excusa perfecta para celebrar ese punto del año en el que el sol, la luz, gana terreno a la oscuridad iniciándose así un periodo de renovación que vendrá en primavera tras las privaciones del invierno.
Esta religiosidad antigua, relacionada con el sol, los árboles y el culto a la Madre Tierra aun sobrevive en la zona como pude comprobar el otro día al pasar por el Campichuelo, donde me detuve a admirar al llamado "Dios de Pajares", un enorme roble centenario, testigo mudo de la efímera vida humana, y en cuyo hueco alguien había depositado un entrañable y sencillo ramo de flores azules.
Dentro de la oquedad del roble pude apreciar como efectivamente, a pesar de que la oscuridad y el frío estaba en su apogeo, paulatinamente, la fuerza del sol, la luz, iba cobrando fuerza una vez más, para posteriormente decrecer de nuevo en el solsticio de verano y continuar el ciclo eternamente.
Para quien quiera visitarlo este "Dios" se encuentra, como su nombre indica en la localidad de Pajares (Cuenca), a 1 Km de distancia por la carretera de Torrecilla, donde se pueden encontrar otros sitios de interés de los que ya hablaremos.
http://www.revistamontes.net/descargas/revista/2010_102_045_046.pdf
Ya para finalizar, acordarme de la gente cercana que lo está pasando realmente mal, especialmente de aquellos que han perdido a alguien importante recientemente, o están en el hospital luchando por su vida. Ell@s saben quien son, desde aquí les envío un abrazo y un poco de esa creciente fuerza del sol que llevo mencionando durante toda la entrada.