martes, 24 de diciembre de 2013

Solsticio de invierno (2)

 Uno es contradictorio, y lo sabe. Lo bueno que tiene esto es que puedes desear Feliz Navidad de todo corazón a las personas que de verdad te importan (y no solo durante estos días, si no por todo el año), y al mismo tiempo darte cuenta que en realidad todo es un invento, una serie de emociones y sentimientos impuestos de forma "sutil", tan sutil como encendernos las luces de navidad más de un mes antes para cambiarnos el "chip". 
               
A estas alturas decir que detrás de esta época hay una serie de intereses no es descubrirle America a nadie. Y es que se supone que en estas fechas debemos poner en práctica una lista de cosas que no tienen porqué ir ordenadas, pero que está bien visto hacerlas:
  1. Estar felices y salir a la calle con la sonrisa puesta. 
  2. Tirar la casa por la ventana: suponiendo que al que no hayan hecho un "lanzamiento" no haya sido a ti (Vamos un desahucio de toda la vida lo llames como lo llames). 
  3. Conseguir un modelito que no se repita para la cena de empresa (quién la tenga), e incluso poner dinero para la cena a pesar de que esta te deba la nómina desde hace meses o esté a punto de un ERE con los directivos camino de las Bahamas. 
  4. Hacer regalos de "amigo invisible".
  5. Comprar lotería, y mucha, no solo porque pensemos que nos va a tocar, o porque la sonrisa de Raphael nos haya convencido, si no para no morirnos de envidia por si luego le toca al de al lado y ti no. Otra cosa diferente es hacerlo para echar una mano al viaje de fin de curso de la niña, al equipo de fútbol del barrio o a la parroquia. 
  6. Comprar regalos para toda la familia, brindar con alguno con el que el resto del año nos llevamos mal y sonreirle mirándole a los ojos y todo eso. 
Se me ocurre alguna más, pero no me extenderé, que cada cual añada las suyas propias… todas se relacionan con lo mismo, y si cumplo alguna de ellas será por los más pequeños de la casa…

Lo siento mucho, pero ante estas emociones que se imponen estos días y luego se olvidan el resto del año, como el propio árbol de Navidad, me sale la vena Ebenezer Scrooge, y es que cada vez más la Navidad se está pareciendo a esos relatos de Charles Dickens de la Inglaterra del S. XIX, con niños pobres mendigando por las calles de Londres por unas monedas para llevar a su familia o para dárselas a viles personajes tipo Magin (vaya usted a saber) y que ahora hasta osan disfrazarse de ONG. 


En el Cristianismo la Navidad no siempre ha sido así, al menos no hasta estos extremos de usar la excusa del nacimiento de Jesús para fomentar el consumismo. Hubo un tiempo en que con algo sencillo bastaba, pero ahora que la Navidad se la han apropiado los mercaderes parece que si no te entra el afán consumista a pesar de no poder permitírtelo van a venir a visitarte los espectros de las navidades pasadas, presentes y futuras a hacerte entrar en vereda.

En fin, a lo que voy con el título de la entrada: el solsticio de invierno que ha ido cambiando de nombre y de ritual según cada sociedad y cultura a lo largo del tiempo: Yule, Saturnalia, Mummer's Day, Wren, etc (hay que ver lo que da de si la Wikipedia), y que en el Calendario Juliano era justo el 25 de diciembre, la excusa perfecta para celebrar ese punto del año en el que el sol, la luz, gana terreno a la oscuridad iniciándose así un periodo de renovación que vendrá en primavera tras las privaciones del invierno.


Esta religiosidad antigua, relacionada con el sol, los árboles y el culto a la Madre Tierra aun sobrevive en la zona como pude comprobar el otro día al pasar por el Campichuelo, donde me detuve a admirar al llamado "Dios de Pajares", un enorme roble centenario, testigo mudo de la efímera vida humana, y en cuyo hueco alguien había depositado un entrañable y sencillo ramo de flores azules.

 Dentro de la oquedad del roble pude apreciar como efectivamente, a pesar de que la oscuridad y el frío estaba en su apogeo, paulatinamente, la fuerza del sol, la luz, iba cobrando fuerza una vez más, para posteriormente decrecer de nuevo en el solsticio de verano y continuar el ciclo eternamente.


Para quien quiera visitarlo este "Dios" se encuentra, como su nombre indica en la localidad de Pajares (Cuenca), a 1 Km de distancia por la carretera de Torrecilla, donde se pueden encontrar otros sitios de interés de los que ya hablaremos.


 
http://www.revistamontes.net/descargas/revista/2010_102_045_046.pdf

Ya para finalizar, acordarme de la gente cercana que lo está pasando realmente mal, especialmente de aquellos que han perdido a alguien importante recientemente, o están en el hospital luchando por su vida.  Ell@s saben quien son, desde aquí les envío un abrazo y un poco de esa creciente fuerza del sol que llevo mencionando durante toda la entrada. 



domingo, 22 de diciembre de 2013

Solsticio de invierno (I)


Perdonen la inconstancia. Uno llevaba unos cuantos días sin aparecer por el blog y eso no es bueno. No por falta de acontecimientos o imágenes desde la última entrada, si no porque uno debe tener algo celta  en las venas y sigue un poco el ciclo del sol o algo así. El caso es que ya necesitaba el solsticio para retomar las cosas con más energía, con más luz, aunque sea la que se refleja en el hielo de los charcos,  que es la única que se va a poder permitir la gente según esta la cosa...

                                         

En fin, que me desvío del tema. Al final no me he podido acercar hasta el Nacimiento del Río Cuervo,  ni a la Cascada del Molino Viejo de Calomarde en Teruel, que debían estar congeladas y preciosas estos días. Al menos el primero según he visto por las fotos de varios amigos que me han dado mucha envidia, pero ea, como decimos en Cuenca con esa especie de resignación, ya habrá otras ocasiones en este recién estrenado invierno. Espero.


Tanto que decíamos y al final se ha presentado de repente, congelándolo todo a su paso menos la tarifa de la luz, que por lo visto se va a volver un artículo de lujo...














martes, 26 de noviembre de 2013

Algo debe tener esta tierra cuando la gente que ha vivido en ella alguna vez quiere volver incluso a pesar del frío. Este ha sido el caso de Susana y Josán, que escogieron el pasado fin de semana para  visitar la ciudad en la que ella pasó varias años de estudio.  



Esta visita sorpresa ha sido la mejor excusa para ejercer de nuevo como improvisado guía turístico de la zona, buscando en esta ocasión lugares que se salieran de lo que ya conocían y que se pudieran visitar en un solo día. 

Como ya conocían la ciudad y sus parajes más manidos, pensé ofrecerles una degustación de lo que se puede ver más tranquilamente en otra ocasión: un tour express por la Serranía Alta y la Ruta del Mimbre, en el que vimos, demasiado rápidamente para mi gusto: el Mirador del Tío Cogote y los Callejones de Las Majadas; la Fuente de la Tía Perra, el camino del Cerviñuelo y el Monumento a la Madera de Torner; el puente Romano del barranco de Poyatos (que aguanta el tipo tras mas de 1.500 años de existencia); los parajes de Huerta de Marojales (con infinidad de cérvidos que nos salían al paso); Santa María del Val, Lagunaseca y Masegosa (con ganas me quedé de una ruta por el Tobar hasta la presa la Tosca o por los Siete Condes), así que nos dirigimos directamente a Beteta no sin parar antes brevemente en el castillo de Rochafrida (que más que frida estaba helada), tras recuperarnos con algo caliente en el bar de la plaza seguimos el camino hasta los tilos y Vadillos (como no) y luego prosiguiendo la ruta ya más rápidamente, ya que había que volver a Cuenca y estaba bien entrada la tarde. 

Forzosamente se han tenido que quedar muchos sitios en el tintero. Un solo día no da para mucho, ya que la provincia es enormemente rica en puntos de interés, no solo naturales, si no también culturales y gastronómicos, como esa ruta del puchero que estos días se celebraba en la ciudad.  



jueves, 21 de noviembre de 2013

La vieja guardia.

Tranquil@s, que no me voy a poner a contar batallitas en plan Pérez-Reverte, estás líneas son solo una excusa para situar las fotos de esta entrada en su contexto: el de un reencuentro fotográfico largamente aplazado con un antiguo compañero de mi época como educador de menores. Yo lo dejé hace tiempo, pero él continúa ayudando a un montón de críos de la mejor forma que sabe: siendo un buen modelo a seguir y tratándolos como si fueran sus propios hijos. Algunos ya sabéis de quien hablo. 




  

Los colores estaban más apagados que de costumbre y tenía pinta de ponerse a nevar, pero mereció la pena salir a pasar frío por la Serranía de Cuenca, no solo por las fotos, también por la conversación entre click y click y la compañía. Al fin y al cabo, no hay frío que pueda con unas patatas con carne y níscalos de Casa Troncho y con un buen termo de café caliente. Nos dio la vida. 





Como podeis ver las localizaciones son el Paseo Botánico de Los Tilos entre Vadillos y Beteta, que ya dije en otro post que ahora estaba espectacular; y el Mirador del Rodenal, en Priego.






Por supuesto entre localización y localización, no podía faltar un poco de Rock & Roll del bueno con el viejo Chuck Berry, en honor a Rocka


martes, 19 de noviembre de 2013

Orden y caos.

Uno está tan tranquilo en casa y después de todo el día pegado al monitor levanta la vista, por la ventana (la de verdad, no la de internet) se ve como los últimos rayos de sol inciden sobre los árboles del parque y sus hojas, que tienen los días contados en esta época después de haber estado todo el verano dando sombra. 

Tal vez sea esa sensación de paso del tiempo, de algo que se va, de perdida anticipada de la oportunidad de fotografiarlos lo que me lleva a coger la cámara. No sé, el caso es que ahí estoy. Aparentemente es la escena de siempre, nada parece haber cambiado desde el otoño anterior, pero no es cierto. Inevitable acordarse de una frase de Heráclito de Éfeso "Todo cambia, nada permanece".     

Uno destila un par de imágenes y vuelve a casa: el contraste entre el orden deliberado de los barrotes del colegio, y el caos armonioso de las hojas y su gama de ocres.

El hilo conductor es la luz y el color






viernes, 15 de noviembre de 2013

Áurea



Uno piensa que el mejor estudio es un bosque en otoño. Solo hay que llegar en el momento justo, cuando los rayos de sol se reflejan en las hojas doradas y la naturaleza nos brinda una luz de oro que lo envuelve todo. En ese instante no hay nada más.


lunes, 11 de noviembre de 2013


De este año no ha pasado. Entre que uno siempre ha tenido el gusanillo de sumergirse en el color de esos mares rojos y dorados que se ven por los pueblos de la Ruta del Mimbre durante el otoño, y las imágenes que estos días estoy viendo en el Facebook del Plamit y del amigo Manolo, no lo he podido resistir y me he acercado a Cañamares, donde estos días también han sido Feriescabas y las fiestas de San Millán, que poco tienen que envidiar a las del verano en animación. 









Bueno si, se podrían envidiar los baños en la playeta, que ofrecía este aspecto.