martes, 4 de febrero de 2014

Endiabladamente tradicional.

Como cada principio de febrero llegan inexorablemente San Ignacio, La Candelaria y San Blas, así que pesar de un frío de "mil demonios", nos acercamos hasta la localidad de Almonacid del Marquesado, en la provincia de Cuenca, cita ineludible en estas fechas.  

La "culpa" esta vez es de Rocka, que me llama sin escrúpulos pasadas las once de la noche mientras  estoy tranquilamente en casa preparando la lista de locales para visitar al día siguiente con WOOW 360. Como el acontecimiento es de interés turístico nacional, ocurre una vez al año y ya le tenía ganas desde hace tiempo, la cosa está clara: cambio de planes. 



Hoy ya han pasado las fiestas, pero ayer estaban en su apogeo. Mereció la pena conducir en la nieve atravesando los Campos del Paraíso y llegar a Carrascosa del Campo, donde habíamos quedado para seguir después en todoterreno hasta la zona de la Mancha Alta que comprende desde el yacimiento romano de Segóbriga hasta el Castillo de la Puebla de Almenara, perteneciente al Marquesado de Villena y que también visitamos brevemente haciendo tiempo por esos caminos de cabras mientras empezaba la procesión. Cuando llegamos de vuelta a Almonacid la plaza, que a las diez de la mañana estaba desierta, salvo por un puesto de "merchandaising", ya tenía otro aspecto. 





A medida que se acercaban las doce, "Diablos" y "Danzantas" salían de sus casas y se iban reuniendo en las proximidades de la fuente del "Diablo" para dirigirse a la cercana iglesia de Santiago Apóstol acompañados por los asistentes. 



No tardaron mucho en entrar a la iglesia para recoger al Santo y comenzar con una celebración que hunde sus raíces en el origen de los tiempos, como tantas otras tradiciones remotas que fueron incorporadas posteriormente por la Iglesia a su Santoral, cosa que una vez más no sabremos a ciencia cierta gracias a aquellos a quienes un día les dio por quemar su historia y patrimonio, como si hacer desaparecer el pasado fuera a solucionar el futuro. 


En cualquier caso la ilusión de niños y mayores seguía intacta año tras año, acudiendo a la llamada de esta tradición, que según el propio Caro Baroja, que visitó la zona en los años 60 como parte de sus estudios antropológicos, se relaciona con el culto a la naturaleza y ese punto de inflexión que se le va viendo ya al campo en esta época, preparándose para el crecimiento de una cosecha fértil. 








Al paso de las imágenes tanto jóvenes como ancianos agitan con movimientos de cadera una sarta de cencerros que llevan ceñidos al cuerpo por un arnés y bailan provocando un sonido ensordecedor, eso es lo primero que llega a los sentidos al ir caminando por las calles, después giras una esquina y te los encuentras, y entonces es la vista la que toma el relevo por un momento, allí están "Los Diablos"de Almonacid, ataviados con unos trajes increíbles hechos de telas vistosas y tocados por una mitra en honor a san Blas, que sustituye al tocado florido en honor a la candelaria del día anterior. "Las Danzantas", ataviadas a la manera tradicional de la zona tampoco se quedan atrás, vistiendo "La Vara" y acompañando con sus bailes y dichos tan colorida procesión.


El momento más esperado, es poco antes de entrar en la iglesia de nuevo, cuando en una larga hilera los diablos bajan una cuesta haciendo sonar sus cencerros y volviendo a subir varias veces. 











Aparte de los enormes cencerros, otro elemento que llama poderosamente la atención es "La Porra", que los Diablos llevan en la mano y van levantando al paso de las imágenes. Pocas máscaras se ven en la actualidad, pero seguramente, al igual que en Botargas, Colachos, Morraches, Guirrios, Zamarracos y demás estas formaban parte de la indumentaria completa del "Diablo".  






La fiesta dura varios días, y es de alto interés fotográfico, tal vez en otra ocasión acompañemos a Diablos y Danzantas con más tiempo y podamos ser testigos de otros momentos como el Lavatorio de la Cara de San Blas con aguardiente y los Dichos, pero de momento nos contentamos con haber asistido a la procesión del día de San Blas y a parte de la misa en la Iglesia de Santiago, como no, en algo se tenía que notar la cercanía a Uclés, cabecera de esta Orden. 














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