Ya sé que es una interpretación y que la realidad seguramente sea más simple... o no tiene porqué, pero eso parece sugerir la mirada de Alvaro. Uno piensa en aquellos días y los echa un poco de menos, pero lo que es, es. Ahora le toca a él.
Ahí está Alvaro jugando en el parque, al pie de un tobogán, recién llegado de los límites que la ciudad impone a cualquier crío de su edad y con todo el verano por delante. Un verano lleno de promesas y experiencias, de juegos con los primos, de guerras de agua, de construcciones en la arena y baños en la piscina o en el río, de helados. Ni siquiera los primeros tropezones y las primeras rodillas peladas parecen quitarle esa determinación: voy a jugar.
Es el último verano antes de empezar la guarde, que lo disfrutes.
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