En la antigüedad los árboles se veneraban y eran a menudo escogidos como testigos de los acontecimientos más importantes en la vida de las personas. Así numerosas ceremonias se celebraban a su sombra, como para dejar constancia del hecho mucho tiempo después y darle solemnidad al acto. A principios de junio, antes de que el campo se secara y perdiera su esplendor, nos desplazamos a estas encinas con Marina, Candela y familia aprovechando el día del Corpus para sacar unas fotos con los vestidos de su reciente comunión.
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